Uno de los mejores momentos del Book Festival de este año ha sido la impagable oportunidad de ver a George Steiner, en vivo y en directo. Steiner tiene el verbo preciso y deslumbrante de los que escriben en una lengua que no es su lengua materna pero que han hecho suya a base de pasión y estudio. Con su voz de ultratumba nos emocionó, nos divirtió, nos provocó y nos hizo más sabios en el espacio de una hora. Una de las cosas en las que hizo hincapié fue en la falta de ejercicio de la memoria en estos tiempos internaúticos en los que no se necesita recordar nada porque basta con acudir al Google para tener todas las respuestas. Para él, los poemas que le obligaron a memorizar en los tiempos del colegio le han servido de gran consuelo en su vida. Citando al poeta Ben Johnson (“si amas un poema, deberías ingerirlo”), nos convenció de que no basta con apreciar la belleza de las palabras, sino que debemos hacerlas nuestras, grabarlas a fuego en la memoria. Porque eso es algo que nadie, ningún poder opresor, podrá arrebatarnos. Cuando el poeta Ossip Mandelstam fue arrestado por la KGB, su mujer Nadezhda intentó paliar el olvido que traería la destrucción de sus poemas haciendo que cada uno de sus amigos memorizara uno de sus poemas. Ray Bradbury usó la anécdota en su hermosa novela Fahrenheit 451, cuyo título hace referencia a la temperatura a la que arde el papel. Steiner nos contó también la historia de una profesora rusa que fue encarcelada también por motivos políticos en una celda no sólo sin libros sino también sin luz. En sus horas de soledad, recitaba en silencio el Don Juan de Byron, que se sabía de memoria. Para matar la soledad y el miedo y ese aburrimiento de los prisioneros que conduce a la locura, se dedicó a traducir al ruso (y en rima) el poema de Byron. Cuando salió de la cárcel estaba ciega, así que tuvo que dictar su traducción, preservada palabra por palabra en su prodigiosa memoria, y todavía hoy se considera su traducción del Don Juan la más exacta y bella. Steiner, visiblemente emocionado tras relatarnos esa anécdota, nos dijo: “Eso no se lo pudieron quitar, los muy cabrones. Un ser humano así es intocable.”
Hagámonos verbo, seamos un poema, un arma cargada de futuro. Porque siempre nos quedará la palabra.
Hagámonos verbo, seamos un poema, un arma cargada de futuro. Porque siempre nos quedará la palabra.
2 comments:
Envidiable tu oportunidad de estar ahí! Me alegro que la hayas "ingerido"
Mercedes en Buenos Aires.
Envidiable tu oportunidad de estar ahí! Me alegro que la hayas "ingerido"
Mercedes en Buenos Aires.
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