Me he pasado los últimos cinco años estudiando el dolor en los animales y no me cabe duda alguna de que los animales sufren de una forma semejante a nosotros. En esto, la mayoría de los científicos me darían la razón, con deshonrosas excepciones. Más difícil es convencerles de que los animales experimentan esas emociones que están en el otro plato de la balanza, sentimientos como la alegría, el placer o la felicidad. La sola mención de estas palabras aplicadas a los animales hace que los científicos se revuelvan incómodos. El estudio de las emociones en los animales se ve complicado por factores conceptuales y prácticos – ¿cómo podemos evaluar lo que es subjetivo por definición? –, pero también debido a los prejuicios: uno no puede estudiar lo que cree que no existe o lo que piensa que no se puede medir-. Charles Darwin en su libro “La expresión de las emociones en los animales y en el hombre” (1872), afirma que las diferencias en las emociones experimentadas por el ser humano y los animales son de grado, pero no de tipo, sugiriendo un continuo evolutivo entre ellos y nosotros. Pero, aunque cualquiera que haya pasado un tiempo observando atentamente a su gato o a su perro no durará de su rica vida emocional, legitimizar las emociones científicamente es arena de otro costal. Se engaña quien crea que la ciencia va siempre por delante.
No obstante, un estudio reciente llevado a cabo en grandes simios ha evaluado una de las expresiones más obvias de la alegría: la risa. Y parece que no nos reímos solos.
Marina Davila-Ross y su equipo se pasaron unos meses haciendo cosquillas a bonobos, chimpancés, gorilas y orangutanes y grabando sus risas para compararlas con las de tres bebés humanos. Los resultados muestran tanto diferencias como semejanzas entre las especies estudiadas. Los bonobos, por ejemplo, son capaces de emitir vocalizaciones más cortas y más rápidas que el resto de los primates no-humanos. Su mayor control de la respiración y las cuerdas vocales es muy parecido al nuestro. Dicho sea, en un aparte, que parece ser que la risa, debido al ejercicio de control vocal que supone, tuvo un papel muy importante en el desarrollo del atributo humano por antonomasia: el lenguaje verbal. Antes de poder hablar, nos reíamos. Parece claro que la función de la risa es la comunicación de una cierta conexión social. Jaak Panksepp, uno de los líderes mundiales en el estudio de las emociones ha estudiado la risa en las ratas de laboratorio. Sí, las ratas también ríen. Panksepp cuenta lo mucho que le ha costado encontrar financiación para sus estudios y publicar sus resultados, debido a los prejuicios de la comunidad científica. Este científico descubrió que cuando las ratas juegan emiten unos ultrasonidos de 50kHz y se pregunto qué pasaría si se les hiciera cosquillas. Y, eureka, las ratas rieron. En cuanto a la función de esa risa, Panksepp cree que es establecer un vínculo social positivo. Al ofrecer a las ratas una mano que les había hecho cosquillas y otra que solamente las había acariciado, elegían aquella que les había hecho reír.
No obstante, un estudio reciente llevado a cabo en grandes simios ha evaluado una de las expresiones más obvias de la alegría: la risa. Y parece que no nos reímos solos.
Marina Davila-Ross y su equipo se pasaron unos meses haciendo cosquillas a bonobos, chimpancés, gorilas y orangutanes y grabando sus risas para compararlas con las de tres bebés humanos. Los resultados muestran tanto diferencias como semejanzas entre las especies estudiadas. Los bonobos, por ejemplo, son capaces de emitir vocalizaciones más cortas y más rápidas que el resto de los primates no-humanos. Su mayor control de la respiración y las cuerdas vocales es muy parecido al nuestro. Dicho sea, en un aparte, que parece ser que la risa, debido al ejercicio de control vocal que supone, tuvo un papel muy importante en el desarrollo del atributo humano por antonomasia: el lenguaje verbal. Antes de poder hablar, nos reíamos. Parece claro que la función de la risa es la comunicación de una cierta conexión social. Jaak Panksepp, uno de los líderes mundiales en el estudio de las emociones ha estudiado la risa en las ratas de laboratorio. Sí, las ratas también ríen. Panksepp cuenta lo mucho que le ha costado encontrar financiación para sus estudios y publicar sus resultados, debido a los prejuicios de la comunidad científica. Este científico descubrió que cuando las ratas juegan emiten unos ultrasonidos de 50kHz y se pregunto qué pasaría si se les hiciera cosquillas. Y, eureka, las ratas rieron. En cuanto a la función de esa risa, Panksepp cree que es establecer un vínculo social positivo. Al ofrecer a las ratas una mano que les había hecho cosquillas y otra que solamente las había acariciado, elegían aquella que les había hecho reír.
Tanto los detractores como los defensores de la capacidad de los animales de sentir emociones utilizan argumentos evolutivos. Los primeros dicen que sólo el ser humano es lo suficientemente “evolucionado” como para tener emociones, mientras que los últimos dicen que las emociones no pueden haber salido de la nada, con lo cual tienen que estar presentes, aunque no sea de la misma forma, en los animales.
A mí, la verdad, ya me cansa que se mire a los animales como proyectos imperfectos e inacabados y a sus capacidades como a las piezas del Lego con las que se terminaría por construir esa obra maestra de la evolución que es el ser humano. Me parece que, sea lo que sea lo que los animales sienten, es importante para ellos, porque es su única verdad. Su risa significa para ellos lo mismo que la nuestra para nosotros.
A mí, la verdad, ya me cansa que se mire a los animales como proyectos imperfectos e inacabados y a sus capacidades como a las piezas del Lego con las que se terminaría por construir esa obra maestra de la evolución que es el ser humano. Me parece que, sea lo que sea lo que los animales sienten, es importante para ellos, porque es su única verdad. Su risa significa para ellos lo mismo que la nuestra para nosotros.
Lo alucinante es, y eso parece habérseles escapado a los sesudos científicos, que podemos reírnos juntos.
1 comment:
me encanto tu comment. Justamente estaba buscando algo sobre esto porque en el doctorado en comunicacion que estoy haciendo el docente asevero que los animales no poseen emociones, y mi trabajo es sobre comunicacion ser humano-animal.
Que suerte que todavia somos muchos los que sentimos que defender a los animales y su forma de ser en sí mismos y no en comparacion con el ser humano debe ser defendido. te felicito por el post.
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