Saturday 6 June 2009

Morar. Fuego, plata y turquesa.


El tren atraviesa páramos desolados en los que el silencio que no escuchamos lo vemos en la niebla. Más adelante, las montañas, tan cercanas que dan vértigo, nos parecen hechas de un manto de terciopelo con el que se ha cubierto el esqueleto de animales gigantescos. Y, al fin, en el horizonte de nuestra ventanilla, aparece el mar. Un estallido de brillos espejeados y, al fondo, el perfil accidentado de las Hébridas: Rum, Skye, Eigg. Nos bajamos en Morar, un pequeño pueblo en el que al menos hay un hotel en el que podremos cenar por la noche. De camino al Bed&Breakfast, que está a una hora a pie del pueblo, nos sorprende el atardecer. El cielo se ensangrienta y parece que el sol, al descender, le ha prendido fuego a los árboles y a los brezales. Tanta belleza sólo para nosotros. Nos quedamos callados y escuchamos el sonido distante, suave, de la bajamar y, de vez en cuando, el balido de una oveja o las dos notas melancólicas del cuco. Un grupo de tres corzos atraviesa veloz la carretera y las vías del tren, como si caminaran sobre ascuas. Se detienen un instante a mirarnos, en sus ojos un mensaje que no es del todo hostil, y desaparecen entre los matorrales. Seguimos la carretera zigzagueante hasta llegar a la playa. La arena brilla con un resplandor lunar que parece acentuarse a medida que se espesa la oscuridad. A la mañana siguiente, volvemos a las playas de arenas plateadas. Tras atravesar las dunas en las que crece una hierba rala y resistente, nos encontramos frente a un mar de aguas turquesas. El agua nos invita con la misma fuerza con la que nos rechazará cuando nos decidamos a dejar la ropa sobre la arena y a correr contra las olas dando gritos de pura alegría y de frío. El baño no dura mucho, pero sí durará su efecto benéfico. Tiritando y un poco mareado, siento que el agua y el aire me han devuelto el cuerpo. Mis huesos, mi piel y mi carne, parecen haber echado alas que se extienden húmedas al sol, como las recién estrenadas de un insecto, disfrutando de la felicidad de saberse vivos para la belleza del mundo.



Fotos de Ryan McQuade

1 comment:

joshua said...

Belo blogue. Parabéns.

PALAVROSSAVRVS REX